Cariño, despierta,
que el reloj está parado,
no está marcando la hora
y ya se ha estropeado.
Eso es imposible Manuel,
que es un reloj de arena
¿No será el calor que tienes
que se te infla la vena?
También puede ser verdad,
porque hace tiempo que no hay revolcón,
desde que te enfadaste en serio
me tienes en un rincón.
Pero no por culpa mía,
tú me dijiste que no te tocara,
que hasta que no se vaciase
de tu cuerpo no gozara.
Exacto, te lo dije,
porque estabas siempre encima mío,
si ya parecía de goma,
perdiendo su poderío.
Que si por la noche…
Mañana, al mediodía o tarde,
todas las horas eran buenas
para dejarme en balde.
¡Y ahora que me fijo en el reloj!
Tu mala leche no tiene remedio,
has evitado estar conmigo
poniéndole una piedra en medio.
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